De todos los lugares de visita obligada que podemos tener en la ciudad de Toledo, sin duda es la Iglesia de Santo Tomé uno de los más importantes.
Centenares de turistas cada semana se adentran entre sus muros para contemplar una de las pinturas mas espectaculares desde el siglo XVI: El Entierro del Señor de Orgaz, de El Greco.

El por qué encontramos una obra de tales características en una iglesia de no muy grandes dimensiones en la ciudad de Toledo, responde al deseo de su párroco Don Andrés Núñez de Madrid de querer decorar la capilla funeraria del que fuera el más importante benefactor de esa iglesia, como así de muchas otras en la noble ciudad, Don Gonzalo Ruiz de Toledo.
Don Gonzalo Ruiz de Toledo, fue notario Mayor de Castilla y Señor de la Villa de Orgaz, además de generoso con la institución eclesiástica. Cuando fallece en 1323, ordena en su testamento un pago anual a la iglesia que la Villa de Orgaz debía cumplir como así ser enterrado de la forma más humilde en la última capilla de la nave de la epístola.
Dos siglos más tarde, uno de estos juros se incumple, cuando la Villa de Orgaz deja de hacer el pago a la iglesia, siendo Don Andrés Núñez quién litigue contra ellos y reclame la cantidad que les correspondía. Ganando el pleito, decide homenajear a su pasado benefactor y dignificar la capilla de su sepulcro con una obra que versara sobre uno de los milagros más conocidos de la ciudad de Toledo y que aconteció en el mismo entierro del Conde de Orgaz.
Se buscó al mejora pintor para la obra, El Greco
Tras el reconocimiento oficial de este milagro ante Roma en tiempos de Contrarreforma, Don Andrés Núñez busca al mejor pintor para que realizara la obra en 1586: Doménikos Theotokopoulos.
Doménikos Theotokopoulos, más conocido como El Greco, debido a su procedencia, había llegado a Toledo hacía ya unos años. Todo el mundo conocía su maestría con el pincel, como así su carácter de pintor arrogante, que le valió para pleitearse con mucha de la clientela que había encargado sus obras al exigir una tasación mayor de sus obras.
Así pues, El Greco, nos ofrecerá una obra majestuosa, tanto por su técnica como sus dimensiones, donde el cretense empleará toda su maestría y conocimientos adquiridos años atrás tanto en Roma como en Venecia.

La obra se divide en dos escenas
La obra perfectamente estructurada se divide en dos escenas, la escena terrenal y la escena divina, y formando un compendio teológico estratégicamente ingenioso.
En la escena terrenal, sobre un fondo neutro nos muestra en la escena central iluminada, la figura yacente de Don Gonzalo vestido de armadura con damasquinos, siendo portado por los dos santos que bajaron del cielo para recompensarlo por toda su buena obra, San Agustín y San Esteban, que están dando santa sepultura junto a multitud de personajes.
San Agustín y San Esteban están representados en esta obra de El Greco
A uno de los lados San Agustín, al que representa muy anciano y barbado, vistiendo mitra y capa pluvial. Al otro San Esteban, con dalmática donde se representa su propio martirio.
Un paje de corta edad, al lado de San Esteban nos muestra mira al espectador y nos señala la escena. De su bolsillo pende un pañuelo con una fecha 1578, año de nacimiento de Jorge Manuel Theotocópuli, su hijo, por lo que se cree que bien pudiera ser él representado en la obra.

Al otro lado se ha creído reconocer al propio párroco Don Andrés, oficiando la ceremonia, en medio de un fondo tenebroso y falto de luz, de multitud de caras y personajes vestidos con ropajes del XVI, siendo esto uno de los varios anacronismos que se pintan dentro de la propia obra.
Entre estos insignes varones, calificados así a lo largo de los siglos, se ha identificado al gran Antonio Covarrubias, y el propio Greco, que mira al espectador.
Tras el análisis de esta primera parte, debemos observar, como uno de los ayudantes del oficiante vestido con un tres cuartos semitransparente blanco abre los brazos señalando la zona superior, llevándonos a la segunda escena del cuadro: La Gloria.

El Greco resuelve el milagro de forma magistral
El Greco resuelve el milagro de forma magistral mostrando como el alma de Don Gonzalo es portado por los ángeles para ser recibido por la Deésis que ocupa la zona central de la gloria, Cristo, la Virgen y San Juan. La luz, el color y la destreza pictórica se entremezclan con multitud de santos que están representados en el margen derecho, al mas puro estilo “Horror vacui” como así San Lázaro en el otro lado, cuya resurrección constituye la promesa de toda la humanidad.
Formas alargadas, cuerpos torneados, telas drapeadas, un sinfín de texturas que hacen recalcar la maestría de un manierista, un pintor adelantado a su tiempo, que hará de esta obra un compendio de técnica y saber hacer en una obra con gran dinamismo visual y Doctrina Teológica.
En el próximo curso para guías de turismo que se celebrará en Toledo se realizará una visita técnica a este monumento. El ponente encargado de esta visita es Rafael Alonso ( restaurador del Prado desde 1978, fue galardonado en 2010 con el Premio Nacional de Restauración ). En este enlace encontrarás más información del curso
Por Venssa Cogolludo, Licenciada en Humanidades, Guía oficial de turismo, amante de la historia y del arte.
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